¿Por qué tantas camisas blancas? (Y negras)
Las razones que me llevaron a vestir como una empanada de dominó
Si me has visto en fotos o en vivo alguna vez, habrás notado que, generalmente, estoy usando una camisa blanca o negra. No es porque este pagando una penitencia, o por casualidad de cuando me tomo fotos, la historia es mucho más interesante.
Todo comenzó con una posibilidad. En noviembre de 2022 se cumplió un año desde que llegue a España. Me gustaría decir que vine con maletas llenas de sueños, pero realmente me vine con maletas de ropa. Bueno, una maleta traía la PlayStation y otra la bicicleta. Pero si me traje como 30 kilos de equipaje en ropa.
Yo no recuerdo si alguien me dio este consejo, pero si recuerdo dárselo a un amigo cuando iba a migrar: no traigas toda tu ropa, vas a terminar comprando. Y bueno, claramente suena a privilegio, pero es que es muy cierto.

La ropa, como nos vemos y como nos vestimos, es una gran parte de nuestra imagen en la sociedad — también tiene un propósito funcional, pero la relación forma/función es muy estrecha o muy borrosa, y francamente, a veces cuesta distinguir.
Siguiendo con mi historia, rápidamente me di cuenta de que mi ropa no me servía en el otoño-invierno español. Los cuatro suéteres que traje no servían para el frío y como mucho, servían de pijama o para estar en casa.
Además, tenía ropa muy variada en colores, estampados, temas, etc. que a veces me dificultaba elegir, o no tenía algo que reflejara mi humor. Y ojo, supongo eso es lo normal, pero utilicé la necesidad y posibilidad de comprar ropa para cambiar mi enfoque. También, era la oportunidad para reducir las opciones y evitar la parálisis por análisis.
En diseño, cuando se habla de decisiones y parálisis por análisis, se suele referir a la “Ley de Hick” (o más concretamente, la ley de Hick-Hyman) que explica que el tiempo que hay que invertir para tomar una decisión incrementa con el número de opciones y la complejidad disponibles.
Afortunadamente, al tratarse de ropa, había una solución relativamente simple: el fast fashion. Si no sabes que es eso, la Wikipedia dice que:
La moda pronta o moda rápida (fast fashion) es un término contemporáneo utilizado por cadenas de moda para referirse a diseños que salen rápidamente de la pasarela para capturar tendencias de moda actuales.
El fast fashion, aparte de sacar la ropa de la pasarela rápido, la saca rápido de las tiendas porque suele ser barata. Por cierto, otra cosa que va a sacar de pasarela rápidamente, es al planeta tierra — pero de la pasarela de la vía láctea, compadre. Ese es otro tema, pero el fast fashion tiene un impacto ambiental grande y negativo.
En fin, con el privilegio de tener a mi alcance ropa barata, pude comenzar a hacer decisiones más conscientes. Yo no quiero matar al planeta y no quiero usar ropa desechable, además, yo vengo de Venezuela, así que ¿ropa desechable? ¿Me dices que estas camisas no siguen el ciclo de vida de la ropa? Por si vives bajo una piedra, o genuinamente no sabes, el ciclo de vida de una camisa es este:

Con estas opciones de compra, no me costó mucho conseguir un sistema de vestimenta adecuado para mí y que me facilita la vida. Ese sistema se basa más o menos en estas prendas:
7 camisetas o franelas blancas y 3 o 4 negras
Un pantalón negro
Un jogger negro
Un jean claro
Una chaqueta ligera para otoño-invierno
un suéter gris, uno negro y uno rosado-ish (?)
Una chaqueta gruesa para invierno
Sí que es verdad que aún tengo en el closet otros pantalones y joggers, pero es porque o los compre mientras conseguía lo que me funcionaba, o ya lo tenía de antes. Hay algunas prendas más que tenía de antes, que sí que me gustan, pero me cuesta más usarlas. La idea es poco a poco deshacerme de ellas, bien sean reciclándolas, convertirlas en trapos, como telas o donarlas. O simplemente esperar a que lleguen al fin de su vida útil y ver que se puede hacer.
Y todo esto no es porque yo sea un guru del minimalismo o te voy a decir que es por ahorrar tiempo como Mark Zuckerberg, qué va. Zuckerberg si necesita ahorrar ese tiempo porque el sí tiene un trabajo importante que hacer. ¿O acaso crees que puede darse el lujo de perder tiempo decidiendo como vestirse, en vez de trabajar en innovaciones, como esta?
En mi caso esto lo hago por ahorrar carga mental y decisiones. Tener las mismas opciones que ya sé que funcionan, me facilita vestirme. Tengo la ventaja de que usar siempre lo mismo me hace sentir siempre satisfecho con como me veo.
Claro que hay días en que digo “vaya, esta camisa blanca con este pantalón negro no se ven bien y eso que ayer y anteayer si se veían bien.” Pero sé que no hay ningún motivo por el que hoy no me vea bien usando exactamente las mismas prendas, pero limpias.
Cuando llega el día en que siento que no me veo bien, me es más fácil entender que la imagen está en mi mente y es mi interpretación la que cambio. Me veo exactamente igual que en días anteriores, así que a salir con la confianza de los grandes.
Para poner otro ejemplo de como jode tener muchas opciones, piensa en cuando vas a una heladería y descubres la desgracia total de que el dueño es un psicópata y tienen 40 sabores distintos y no vas a poder elegir. Y más si los sabores en vez de ser vainilla, chocolate, fresa, pistacho, etc. son intrincadas combinaciones como mango-guanábana, chocolate-fresa-banana o brownie con quesillo.
Cuando soy yo, en ese caso, voy a terminar escogiendo alguna versión de vainilla, pistacho o galleta. Si se pudiera reducir la complejidad de la decisión a 10 sabores, quizás sería más atrevido y probara un helado de, no sé, ¿dulce de leche?
Con el ejemplo del helado es más fácil darse cuenta de que tener muchas opciones no solo hace más difícil la elección, sino que también vas a ser más infeliz con lo que elijas.
Hay un experimento que siempre se cita cuando se habla de parálisis por análisis. En el año 2000 unos psicólogos pusieron 24 opciones de mermeladas como muestras gratis en una mesa. Al día siguiente lo repitieron, pero solo con 6 variedades de mermelada y el resultado fue que las personas se inclinaban más a comprar mermelada de la mesa con menos opciones.
En otros experimentos, se observó que tener más opciones no solo los hacía no tomar ninguna decisión, sino que cuando se decidían por un sabor se sentían más infelices e inseguros de haber tomado la decisión correcta.

Quizás no lo habías considerado antes, pero cambiar lo que tienes en el guardarropa es una forma “fácil” de reducir la cantidad de decisiones que tomas en el día. Vestirse no solo es una necesidad, es también un acto social. Si conseguimos la manera de sentirnos cómodos y de quitarle la máxima presión posible, aumentas las posibilidades de llevar una vida más tranquila.
Claro, la ropa no es lo único en lo que puedes aplicar este pensamiento. Y mucho menos es algo que debas hacer, pero quizás hay otras áreas en tu vida donde puedes hacer algo parecido que se traduzca en que lleves una vida más “fácil.” Poco a poco, si logras hacer pequeños cambios de este tipo, notarás como puedes hacer más tiempo para las cosas a las que de verdad quieres dedicárselo y te llenan más — como insultar extraños en Twitter.